Por Claudia Vargas Ribas

 

Según el informe de riesgos globales 2023 publicado por el foro económico mundial, la “migración involuntaria a gran escala” será uno de los principales riesgos en los próximos 2 y 10 años para el mundo. Evidentemente esta “involuntariedad” se refiere a que, por distintas razones y probablemente en diferentes niveles y formas, las personas tendrán que migrar de manera forzosa.

La Organización internacional para las migraciones (OIM) define la migración forzosa como el movimiento migratorio de personas impulsado por diversos factores que incluye el uso de la fuerza, compulsión o coerción (Glosario de migraciones, 2019). Actualmente vemos que uno de estos factores es medioambiental, donde encontramos los efectos del cambio climático (y sus consecuencias) que obligan a las personas a salir de su país o región de origen; por otro lado, los factores sociopolíticos: guerras, conflictos, persecuciones y la violación de derechos humanos también han causado grandes desplazamientos en la actualidad: caso de Siria, Afganistán, Sudan, República del Congo, más recientemente Ucrania y en el caso más cercano, Venezuela (por mencionar algunos).

Con lo anterior queremos destacar que, si bien la migración forma parte de una decisión personal, al existir factores externos que la induzcan y precipiten, la circunstancias en la que se produce -y por lo tanto sus efectos para los países emisores, receptores y migrantes- cambian, ya que genera múltiples riesgos, y si a esto le agregamos que el desplazamiento además de forzado es irregular, las vulneraciones aumentan.

A continuación, queremos destacar algunos de los riesgos más comunes y las consecuencias que generan para la población migrante:

Barreras para la integración en los países de acogida: al ser una migración forzada -aunque estas personas puedan tener un estatus migratorio regular (que no es común en estos casos)- generalmente se enfrenta a cambios en su dinámica de vida; hay una adaptación repentina que debe hacer al nuevo entorno, formas de vida, idioma (si fuera diferente), costumbres y lidiar con la percepción de narrativas existentes en la sociedad destino sobre personas migrantes y particularmente sobre la nacionalidad que representan.

En este punto nos referimos a las dificultades que las personas migrantes pueden tener para su regularización, ya sea a través de la obtención de alguna visa, permisos de trabajo/estudiantes, protección humanitaria, refugio, asilo o afines que de otorgársele, le permitirían (según sus características) acceso al mercado laboral, a institutos educativos (para estas personas o sus hijo/as), aprendizaje del idioma (cuando sea el caso), acceso a servicios de salud, bancarización, viviendas y contratación de servicios básicos.

Generalmente lo que se observa es que al fallar el tema de la regularización se desencadena una serie de efectos cuyo resultado, en resumen, es el escaso o nulo acceso al resto de derechos básicos en sociedades receptoras.

Discursos discriminatorios, xenofobia, aporofobia como resultado de lo anterior y por la evidencia que se conoce en investigaciones e informes, se generan narrativas negativas asociadas a la población migrante, desde discursos políticos que giran en torno a la “seguridad” y “gastos” que representa recibirlas, especialmente si tiene altos grados de vulnerabilidad, que van propagándose en medios de comunicación, redes sociales y entre la población donde también tienen altos riesgos de ser discriminados y rechazados porque “pueden ser delincuentes”, “han saturados servicios educativos y de salud” o “llegan a quitar puestos de empleo a los y las nacionales.

Estos discursos pueden condicionar su llegada, así como la permanencia y adaptación, lo cual además de traerles unas consecuencias económicas y sociales, puede generar efectos en su salud física y mental por la presión que significa no poder acceder derechos básicos, generar recursos para mantenerse, ayudar a su familia en países de origen y por el riesgo a deportación.  Tales circunstancias generan otras dinámicas donde puede ser víctimas de explotación laboral, sexual, extorsiones y diversas formas de violencia.

La discriminación de migrantes genera discursos de odio, impide el aprovechamiento de la capacidad productiva e intelectual de estas personas y las pone a la sombra de los Estados donde están al acecho vulneraciones y el crimen organizado.

Crimen organizado en contextos de migración:  La migración forzada, más específicamente la irregular, está expuesta al crimen organizado que se desarrolla en torno a la movilidad. La migración en estos contextos se vuelve un negocio para actores / actoras que ven en la necesidad y vulnerabilidad su oportunidad para ganar dinero y por supuesto, capturar personas.

El crimen organizado en contexto de movilidad es muy variado, desde aquellas personas que se aprovechan de la población migrante en hospedajes, caminos, en “servicios” de transporte, hasta aquellos más conocidos como los denominados “coyotes” (quienes pueden pertenecer o no a bandas criminales organizadas); por otro lado, se encuentran quienes ya sí hacen parte de la delincuencia organizada y capturan personas a través de medios digitales o establecimiento de relaciones directas con las posibles víctimas en el país de origen, durante el tránsito o en países de acogida.

Aunque cualquier persona puede ser víctima, existen factores que exacerban esta posibilidad, salir de manera inesperada de un país (por más que haya cierta planificación) es una de ellas. Cuando la movilidad es forzada generalmente se utilizan vías terrestres o marítimas que son peligrosas, donde la presencia de organismos de seguridad de ambos Estados (receptor y emisor) no llega o es muy limitada, las personas que se desplazan por estas vías generalmente no tienen documentación o al menos no toda la necesaria para el ingreso a los países destinos y el hecho de viajar solo/a o acompañado/a representa otro factor de riesgo, también en estas vías clandestinas existe la posibilidad de que haya grupos irregulares armados como el caso de la fronteras colombo-venezolana y Brasil donde el tránsito se aprovecha para capturar personas.

Riesgos de salud física y mental: La organización mundial de la salud publicaba que muchas personas refugiadas y migrantes en condición de vulnerabilidad tienen mayor riesgo de peor salud. Al tener diversas limitaciones están expuestas a condiciones de vida que son perjudiciales: hacinamiento, falta de acceso a servicios como agua potable, alimentación inadecuada y por falta de documentos, información y/o dinero el acceso a servicios de salud tampoco está garantizado. En cuanto a la salud mental las variables pueden ser muchas: desde la forma de viaje y experiencia en el tránsito, la condición migratoria y en las que viven en los países de acogida, su situación personal, los niveles de adaptación, pueden generar ansiedad, ataques de pánico y cuadros depresivos por todo lo que implica o implicó su proceso migratorio.

Desapariciones y muertes: Este punto no se desvincula de los anteriores, pues cualquiera de los riesgos y consecuencias mencionados puede generar que las personas sufran desapariciones forzadas o incluso la muerte a manos de la delincuencia organizada y también en el trayecto, el informe sobre las migraciones en el mundo ( 2022) señala que la mayoría de las muertes y desapariciones en contextos migratorios ocurrieron en vías clandestinas.

En este punto, es necesario mencionar que la complejidad se intensifica cuando hablamos de mujeres, niñas y adolescentes (MNA) en contexto de migración. La desigualdad estructural que tienen las mujeres en el mundo se evidencia durante la movilidad y son más perjudiciales si provienen de un país o región que se encuentre en un contexto de crisis humanitaria o si están en situación irregular, que según el Informe sobre panorama global humanitario (2022), 49% de MNA tienen irregularidad migratoria o son solicitantes de asilo/refugio lo que significa que las desigualdades, violencias y/o vulneraciones están prácticamente aseguradas.

El primer desafío al que se enfrentan es la ruta y la forma en la que salen de sus países, donde a su vez intervienen otras variables como la ruta que utilizaron, medio de transporte (marítimo, terrestre, aéreo, fluvial) si son rutas clandestinas, si viajan solas, acompañadas y la situación administrativa (regular-irregular). Durante el recorrido están expuestas a múltiples formas de violencia derivadas de los riesgos, algunas invisibles como la vigilancia de parte de la delincuencia organizada o la intimidación y otras más evidentes como amenazas, acoso, abuso y explotación sexual, violencia física, desnudez forzada, desapariciones, trata de personas para distintos fines de explotación y hasta femicidios/feminicidio producto de la sexualización de sus cuerpos.

Existen también otras situaciones que pueden condicionar su estancia en países receptores y resultar en riesgos u otros tipos de violencias particulares, por ejemplo, mayor supeditación (por su nivel de vulnerabilidad)  hacia la familia, cónyuge o contactos que pueda tener en el país destino, este tipo de dependencia puede generar ambientes de violencia económica, reforzamiento de estereotipos normalmente asignados a mujeres y migrantes como cuidadora, labores domésticas así como chantajes y extorsiones por su situación jurídica, y en el caso de mujeres con niños, niñas y adolescentes, que estos sean usando para manipularla ejerciendo así violencia vicaria.

Como se puede ver las formas de explotación son múltiples y pueden presentarse de manera diferente según el contexto, algunas son más conocidas como aquellas con fines de explotación sexual o laboral que incluye servidumbre, mendicidad, matrimonios serviles o adopciones irregulares, los reclutamientos forzosos para actividades delictivas, cadenas del narcotráfico y para extracción forzada de órganos (Trata de personas, esclavitud moderna, OIM), pero todas constituyen el mismo crimen.

Considerando que la migración “involuntaria a gran escala” es un riesgo latente en el corto y largo plazo, al que se le suman otros como cambio climático, crímenes informáticos (utilizados para pornografía, captación y extorsión en ambientes de trata) más la polarización política y erosión de la cohesión social según lo dicho por el foro económico mundial en su último informe de riesgos globales, debemos saber que tenemos grandes desafíos para poder prevenir y evitar mayor vulnerabilidad de las personas en contexto de movilidad y especialmente entre las MNA, que finalmente son el 48% de la población migrante en el mundo (Informe sobre las migraciones en el mundo, 2022).

Pensando en el caso venezolano es necesario entender que hay varios factores que ponen en riesgo a la población en movilidad: por una parte, se mantiene la emergencia humanitaria compleja, hecho que, en distintos niveles, genera un flujo mixto que puede usar o no vías regulares para salir del país, a ello debemos agregar la precarización de las condiciones económicas, sociales y políticas de la región (principal destino de población venezolana) que ha apostado más por “restringir” y “controlar” los flujos, también el aumento de la conversación negativa sobre los y las migrantes, especialmente desde el discurso político, opinión pública en los países de mayor acogida y la altísima sexualización de la mujer migrante venezolana.

Como organizaciones y sociedad civil organizada es necesario procurar la disminución y eliminación de riesgos por lo cual recomendamos acciones que procuren:

  • Identificar espacios de mayor vulnerabilidad para fortalecer los mecanismos de información sobre riesgos de emigrar en condiciones vulnerables
  • Explicar las distintas modalidades de trata, por una parte, para que puedan ser identificadas de manera más efectiva las víctimas y por otra, para evitar nuevos casos.
  • La mejor ruta es la información: explicar a las personas sobre sus derechos aun en contextos de migración, sobre las organizaciones y lugares a los cuales recurrir para denunciar o preguntar, la importancia de tener redes de apoyo y que tengan contacto permanente con estas personas en todo el camino, desconfiar de ofertas “mágicas” o “muy buenas”, validar datos de empresas, personas que les hayan contactado con alguna oferta laboral en el exterior, no perder de vista las personas con las que viajan y tampoco la documentación.
  • Si quieres conocer más detalles sobre los riesgos te invitamos a revisar y compartir el material de la Mejor Ruta sobre ¿Cómo disminuir riesgos?